Sentado en el malecón de la ribera
queriendo adivinar tu grácil paso
trémulo y ebrio mi corazón espera
fundirse apasionado en un abrazo.
Susurra dulcemente la palera
poemas de amor al rojo ocaso
y la tenue brisa pasajera
celosa juega en el espacio.
Sobre el verde tapiz de la pradera
regresa el campesino de sus campos
o de cribar el grano de la era.
Fluye la vida por mis manos
pues diviso la dorada cabellera
y el carmín encendido de tus labios
cual arrebol rubí del verano
ahora que agoniza y muere.
BCN, diciembre de 1975
El Diantre Malaquías.
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